— Estrellas
fugaces. ¿Sabes? Una vez en el colegio
nos dijeron que era una soberana tontería eso de pedir un deseo a una estrella
fugaz. ¿Pedir un deseo en un segundo a
un trozo de roca carbonizada? Por
favor.
— Pues, yo todas las que he visto, he pedido
mi deseo, y se ha cumplido.
— ¿A si? ¿Y qué pedías?
— Eso
no se cuenta, tonto.
¿Sabes que
pedí aquél verano, tras ver decenas de estrellas fugaces?
Si, pedí estar contigo.
Siempre.
Pero a fin de cuentas... Quizás si era
tontería pedir un deseo a un trozo de roca.
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